SOBRE ACOSO Y CONVIVENCIA

ACOSO ESCOLAR Y CONVIVENCIA EN EL CENTRO

¿Qué es el acoso escolar?

Una definición aceptada es que un alumno está en situación de acoso escolar cuando recibe acciones negativas por parte de uno o más estudiantes de forma repetida a lo largo del tiempo. Estas acciones negativas abarcan situaciones agresivas desde un punto de vista social (hacer el vacío, rechazar o provocar situaciones de aislamiento), verbal (insultar, poner motes ofensivos o burlarse) o físico (golpes, empujones…). Estas acciones pueden ser directamente realizadas o de forma indirecta (induciendo a otros o levantando rumores, por ejemplo).

Características del acoso escolar:

Desequilibrio de poder: el acoso escolar se define también por una situación de desequilibrio. Se da cuando las acciones negativas son emitidas por una persona o grupo más fuerte físicamente o con mayor apoyo social, de forma que la víctima está en situación de vulnerabilidad puede hablarse de acoso.

Intencionalidad: aunque a menudo participan en la situación alumnos que se suman a las acciones negativas, existe en el agresor (o agresores) una intención de dañar o molestar a otro compañero.

Reiteración: la persistencia en el tiempo y la frecuencia de las situaciones negativas son factores clave para diferenciar el acoso escolar de otros comportamientos y situaciones conflictivas.

Tipos de acoso:

Acoso directo o indirecto: el primero se produce cuando el agresor o agresores atacan directamente a la víctima (insultos, golpes, rotura de material…); el segundo cuando se trata de provocar aislamiento social (rumores, intento de cortar relaciones de la víctima…)

Acoso físico, verbal y ciberacoso: el primero se da cuando las agresiones conllevan daño físico; el segundo cuando existen insultos, amenazas o rumores continuados; el tercero cuando median las nuevas tecnologías (móviles, ordenadores).

Perfiles de las víctimas:

No todo el mundo reacciona igual ante casos de acoso. Existen víctimas pasivas, que tienen dificultades en las relaciones sociales y en la expresión de sentimientos, al tiempo que se muestran retraídas y con miedo. Hay víctimas activas, que interrumpen en clase, buscan la atención de los demás y tienen dificultades para controlar sus impulsos lo que genera dificultades de convivencia (obviamente, esto no es una justificación para que sean sometidos a situaciones negativas). Por último, hay algunos casos atípicos, en los que el agresor, que tiene dificultades de integración social, elije una víctima que no representa los perfiles anteriores, sino que tiene habilidades sociales. El agresor usa a esa víctima para lograr un prestigio social.

Perfiles de acosadores:

Hay agresores proactivos, que se manejan muy bien socialmente, influyen en los demás y tienen un buen rendimiento académico. También, dentro de los agresores proactivos, los hay con peores resultados escolares, pero con influencia en un grupo de amistades y una valoración positiva de la violencia.

Entre los agresores reactivos, el perfil suele corresponder a alumnos con falta de habilidades sociales que usan el acoso como forma de protegerse de una situación social incómoda.

¿Qué pueden hacer las familias?

1. Dialogar con el centro de forma abierta: si una familia percibe situaciones de riesgo, puede acudir a hablar con el centro. Además, si en el centro se interpreta una posible situación de riesgo, debemos proteger a quienes la sufren, independientemente de que sean nuestros hijos o no. Ayudar es vital.

2. No negar posibilidades: nadie quiere que su hijo sea acosado ni que su hijo sea acosador, pero no querer no significa no aceptar esa posibilidad (tanto una como otra). A menudo los adolescentes se comportan de manera radicalmente diferente en casa y en otros contextos.

3. Manejar las situaciones con precisión: no es lo mismo un conflicto puntual que un acoso escolar; no es igual un alumno con pocas relaciones sociales que un alumno acosado; no es equiparable una pelea en el patio con una situación de acoso.

4. Confiar en el centro, apoyándose en él: el centro tiene diferentes protocolos de actuación y los utiliza con la flexibilidad adecuada. En caso de dudas, es positivo hablar directamente, no difundir rumores o ideas imprecisas. Estamos para ayudar.

5. Dialogar con nuestros hijos sin inducirles a interpretar el mundo: es positivo recoger información, aconsejar, dar cariño y todas las labores que se asocian a la maternidad y paternidad, pero si no tenemos datos suficientes debemos recabarlos antes de decirles qué es lo que les está pasando (Esto es claramente acoso y Eso son solo peleas de críos serían dos interpretaciones posibles, pero no seguras, ante una situación de conflicto).